No, no es una locura. Sé que como seres humanos siempre vamos a tener genéticamente esa tendencia a querer vivir en pareja, tener ese apoyo, un sostén, alguien con el que podás compartir triunfos, fracasos, una serie, un rato de risas y hasta una discusión. Y sí, eso está bien, pero en el transcurso de mi vida he aprendido que hay una relación que debe ser prioridad y es la que tenés con vos mismo.
¿A qué me refiero? Un poco de historia, cuando estaba en el cole estaba súper enfocada en alguien que me quisiera, soñaba con una rosa pegada en el casillero, una carta tímida oculta entre un cuaderno, quería esa ilusión de caminar tomada de la mano con alguien por los pasillos del liceo (no. no era precoz, eso empezó a importar desde los 16-17 años) muchas veces me sentí frustrada, fea y estaba casi segura de que me iba a quedar a morir sola con 17 gatos.
Esta necesidad de estar con alguien no se fue en la U, allí acumulé muchas malas decisiones que posiblemente permití que no me dieran el lugar o valor que me merezco como persona, esa necesidad de tener una pareja, de querer, de dar todo el corazón, me llevó a hacer cosas que a esta altura ni yo misma he logrado entender, quise, lloré, me entregué y a cambio solamente recibí unos segundos cuando yo estaba dispuesta a pasar días, meses y años. ¿Les suena familiar?
Muchas veces, cuando tenemos esas ganas de compañía estamos dispuestos a hacer lo que sea por la otra persona (y en este blog quiero ser real y transparente) porque cuando vemos que al fin aparece alguien que puede ser un prospecto que nos parece un poco a lo que tenemos idealizado, somos capaces de aguantar desde la distancia, pasando por todas las cualidades que no nos gustan en alguien e incluso no me da miedo arriesgarme a decir que muchos de nosotros hemos dejado pasar hasta una pareja de años.
Y créanme, todo esto está mal.
Está mal porque no se supone que una relación se trate de una sola persona, está mal porque no solo vos tenés que darlo todo, está mal porque aún no estás consiente de que merecés más, MUCHO MÁS.
Mi vida se iba entre personas pasajeras a las que les daba mi tiempo, mi espacio, mi energía, mi luz, personas que probablemente no lo merecían, personas a las que dejé entrar sin demostrar si de verdad les importaba, personas que eran solo momentos, cuando en el fondo yo quería una historia.
Y no les miento, no fue fácil, me sentía mal porque en lugar de experimentar una compañía, estaba más sola que nunca, tanto que ni siquiera me tenía a mi misma. En ese momento decidí que era hora de cerrar las puertas a personas pasajeras, me enfoqué en mí, en lo que yo quería, empecé a pasar tiempo sola, a disfrutar de una serie, de estar sola en casa, de dormir sola, de caminar sola, de sentarme a comer en un lugar público sin compañía y en ese momento sucedió lo que menos esperaba: ME ENAMORÉ.
Me enamoré de mí misma, de mi esencia, de mi humor, de mis pecas, de mis estupideces, me enamoré de hablar sola, de modelarme para mí misma, me enamoré de quién era y me sentí orgullosa de saber que esa mujer a la que había descubierto en ese tiempo, no iba a ganársela cualquiera. Me dí valor, me amé y en ese momento supe que debía dejar de compartir lo mejor de mí con gente que nunca lo iba a valorar como se debía, me prometí a mi misma dejar que la vida tomara su camino y que la compañía llegara en el momento que tuviera que llegar.
No quiero extenderme demasiado en mi relato, solo quiero decirles que todos ustedes son personas maravillosas a niveles que no todos merecen saberlo, empiecen a cuidarse, valorarse y quererse a ustedes mismos, la verdadera felicidad no la van a encontrar de la mano de alguien más, la van a encontrar viéndose al espejo y conociéndose. La soledad no es mala, de hecho, si empezás a disfrutar de tu propia compañia no estarás solo nunca más, amate vos primero, porque siempre, siempre tenés que estar vos primero.
Y si se lo preguntan, sí, sí llegó la compañía que tanto esperé y me alegro de haber guardado todo el amor que quedaba en mí para poder compartirlo plenamente durante 4 años y aún seguimos contando.
Amate mucho, porque vos sos tu mejor compañía.
Y yo, ya los amo.
Natt.
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