Abre un ojo, está aturdido y no puede abrir ambos al mismo tiempo, empieza a tratar de enfocar y poco a poco logra acostumbrar la pupila. Está asustado, su respiración es acelerada y tiene un sabor amargo en la boca, su garganta está seca, tiene sed. Entre lo adolorido baja la mano y logra sentir agua debajo de él, está en una tina con hielo, se siente adolorido, pero aún no puede moverse.
Entre las latas retorcidas que logra distinguir en la oscuridad un pequeño haz de luz se filtra por un agujero y logra visualizar a su alrededor, hay herramientas de trabajo una pala, un rastrillo, cadenas que están colgando desde el techo, sin embargo hay una mesa quirúrgica al centro sobre ella una seria de elementos que supone son especiales para realizar cirugías.
Mueve una de sus piernas, la movilidad está regresando, ya no tiene dudas, está en una tina de agua con hielo hasta la mitad de su cuerpo, pero ¿porqué?.
No sabe cuánto tiene ahí, pero recuerda bien lo último que estaba haciendo. Era de noche y había quedado de verse con Camila, una chica con la que tenía tiempo de textear, su relación inició cuando hicieron match en Tinder, empezaron a conversar y de un momento a otro ya habían compartido sus números de teléfono. De eso hacía aproximadamente dos meses.
Entre conversaciones, risas y mensajes de textos atrevidos, la había invitado a salir aproximadamente unas tres veces en los dos meses, siempre ocurría algo y terminaban sin poder verse.
Esa tarde Camila había dicho que sí y por fin, pudieron encontrarse. Quedaron con el Centro Comercial de la ciudad como punto de reunión, cuando se acercó a la fuente supo inmediatamente que era ella caderas anchas, senos voluptuosos, cabello rubio largo y cara de inocente.; sería fácil engañarla para llevársela a la cama - como lo hacía usualmente -, afixiarla, dejar su cuerpo y desaparecer.
Claudio era un asesino de mujeres en serie que tenía más de 5 años en la vida criminal, tenía 7 víctimas a su haber y a pesar de que era una de los hombres más buscados del país, aún nadie sabía, ni sospechaba que el asesino brutal de mujeres era él y ese era un punto que usaba a su favor.
Así que ese día se dio a la tarea de ser encantador con Camila, entre galanterías y tragos logró que ella accediera a ir a su apartamento, una vez allí empezaron a besarse, ella desató su sostén y ese... ese el el último recuerdo antes de despertar en esa bodega adolorido y sin saber qué pasó.
Escuchó voces a lo lejos y unos pasos que se acercaban poco a poco, la adrenalina se apoderó de su cuerpo e intentó huir, pero no le resultó, estaba completamente atado. Una luz entró por la puerta que se abría.
-Veo que has despertado - una voz ronca resonó a su lado.
-Sáqueme de aquí - pensó Claudio, más no pronunció palabra, no podía.
-Es muy impresionante que despertara, tomando en cuenta que le inyecté uno de los paralizantes más fuertes que tengo en mi botiquín- el hombre vestido en una bata de hospital era alto y robusto, tenía en los ojos una oculta sed de muerte y una peculiaridad que le espantaba pero además se le hacía muy familiar.
-Se preguntará por qué está aquí- le dijo el hombre mientras alistaba una jeringa.
Claudio forcejeó para poder contestarle, sin embargo la cinta que tenía en su boca se lo impidió.
-No se preocupe, pronto podrá contarme lo que desee, mientras tanto, tengo que preparar esta solución para que no vaya a poder escapar, verá, soy médico, como supongo que ya lo dedujo y tengo acceso a drogas muy fuertes, de calidad, como las que lo trajeron hasta aquí. Aunque bueno, debo darle crédito a Camila, creo que es una de las mejores drogas y no de las que hacen las farmacéuticas-
El doctor se acercó a Claudio e inyectó la sustancia que estaba preparando, inmediatamente sintió cómo se le paralizaba el cuerpo, como el líquido corría por sus venas y sentía que le ahogaba, sus latidos empezaron a acelerarse y su cabeza a doler, sintió que iba a explotar, pero el efecto fue pasando poco a poco, dejándolo solamente completamente inmóvil.
-¿La dosis correcta, cierto?- dijo burlón el médico, disfrutando cómo se retorcía.
-Conozco su historia Claudio, lo he investigado, y sé las cosas que usted hace con las mujeres. Verá usted conoció a mi hermana hace 5 años, casualmente usted fue una de las últimas personas que vio, antes de morir. O bueno, la última como ya lo sabemos. Mi hermana se entregó al placer y usted la llevó a la muerte ¿le suena familiar?. No fue casualidad que llegara hasta usted, mi hermana se presenta constantemente en mis sueños, me da pistas y me guió a encontrarlo. En el último sueño en el que se me apareció me dijo cómo matarlo, obviamente el señuelo tenía que ser una hermosa mujer, así como esas que le gustan a usted y ahí entró en juego Camila, ella es mi hija, mi hermana era como su madre y desde que le conté ella misma se ofreció para traerlo hasta su final, porque sí, no le demos más largas al asunto, hoy es su final, el final de sus asesinatos y de su legado de terror. Le daría una oportunidad para dar unas últimas palabras, pero los perros como usted, no merecen misericordia alguna.-
Unos tacones se escuchan a los lejos, Camila ingresa lentamente a la habitación, mientras el doctor levanta a Claudio y lo coloca sobre la mesa quirúrgica. -No, no pienso darle una muerte rápida, merece tanto sufrir como lo hemos hecho nosotros-
Camila se acerca lentamente a la mesa en la que está colocado Claudio, se quita uno de sus tacones y con fuerza se lo clava en uno de sus ojos, mientras la sangre brota de la cuenca vacía.
-No pienso darle el privilegio de quedar en oscuridad, merece ver cada gota de sangre-
Camila se dedicó a hacer cortes profundos y estratégicos, que no lo desangraran, pero que dolieran al punto de querer recibir la muerte.
-Quiero escuchar sus súplicas- ordenó Camila y el doctor se acercó y tiró con fuerza de la cinta adhesiva.
-No, no por favor, déjeme ir, créame que ya aprendí mi lección, siento mucho lo que hice a su hermana, ¿cómo puedo remediarlo?-
-La única forma es que me ayude a hacer florecer mi jardín-, dijo Camila.
-¡Lo que sea lléveme a su jardín! Le prometo que sembraré las flores más hermosas y las veré florecer, las abonaré y pagaré mis deudas con ustedes!, por favor no me haga más daño.-
-De acuerdo- dijo Camila. El doctor alzó el cuerpo ensangrentado de Claudio y lo llevó al jardín. Lo llevó a conocerlo, pasó por el rosal, vio las margaritas y los árboles frutales, hasta llegar al final del jardín donde había un terreno muerto con una cruz y al lado un hueco.
-Ves esa cruz, ahí está mi tía, la mujer a la que le arrebató la vida un sucio de la calle, un misógino, un maldito. Dijo Camila, y ¿ves ese hueco de ahí? Así es como ella me dijo que quería que murieras, lento, consiente, con impotencia. Esa, esa es tu tumba. Y te vamos a enterrar vivo, para que mientras que estés consiente poco a poco sientas que pierdes oxígeno, que no tienes salida, la impotencia por la falta de fuerza y la desesperación de no poder salvarte. Justo lo que sintió mi tía cuando la mataste-
Acto seguido el doctor colocó a Claudio en un ataúd el hoyo y empezó a cubrirlo con tierra, mientras sus gritos ahogados, su llanto y desesperación se oían desde arriba y Camila y el doctor disfrutaban mientras la vida de Claudio se iba apagando poco a poco.
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